Las
marchas campesinas son la expresión política del campesinado,
dirigida a la ciudadanía honesta y democrática que quiere el
desarrollo de nuestro país. Su objetivo es plantear a la sociedad y
a las instituciones del Estado el pensamiento político que tiene el
campesinado en relación al desarrollo nacional. Iniciadas en 1994 a
partir de reivindicaciones de carácter sectorial, a partir de 1999
las marchas campesinas se han realizado en defensa de un Programa de
Desarrollo Nacional, para el conjunto de la sociedad.
Las
marchas campesinas son expresión política porque una gran parte de
la población paraguaya está en el campesinado y, por lo tanto, una
parte importante de la economía del país depende de la producción
campesina. Y como los diferentes gobiernos de turno, principalmente
después de la caída de la dictadura, siguen enfocando su política
solo hacia los grandes productores, los agroexportadores, los
ganaderos, lo que quiere
demostrar la FNC con sus marchas es que el país entrará a un
proceso de desarrollo soberano cuando el Gobierno nacional enfoque su
política hacia los sectores mayoritarios (el campesinado pobre).
PROGRAMA
DE DESARROLLO NACIONAL
Las
primeras marchas campesinas, desde 1994 hasta 1997, se caracterizaron
por reivindicaciones de carácter más sectorial: crédito,
asistencia técnica, tierras y desarrollo de los asentamientos,
incluyendo acceso a salud y educación. Y así las entendió la
sociedad, como una problemática exclusivamente campesina. Sin
embargo, la FNC entiende que
el desarrollo nacional no descansa solo sobre el campesinado, sino
que necesita de otros sectores, y principalmente la garantía de una
política de Estado orientada a este desarrollo.
REFORMA
AGRARIA Y LA LUCHA POR LA TIERRA
En
el marco de las marchas, el campesinado explica a la sociedad
nacional porqué la necesidad de la tierra, por ejemplo. Para la FNC,
la lucha por la tierra es
una lucha por el desarrollo nacional y por la soberanía de nuestro
país. Para la FNC,
conquistar un pedazo de tierra significa “eñemopyrenda” (hacer
pie) y pelear desde allí por la transformación de un Estado
oligárquico y proimperialista. A lo largo de estos 20 años, la FNC
ha conquistado unas 200.000 hectáreas de tierra, vía ocupación de
latifundios, que hoy son 40 asentamientos donde producen familias
campesinas.
Con
las marchas, la FNC quiere explicar a la ciudadanía que el problema
en nuestro país no es solo el problema del campesinado. Por ejemplo
¿que futuro tienen los estudiantes en nuestro país? Sin desarrollo,
sin empleo, se ven obligados a migrar: entonces a partir de esta
realidad se ve que la reforma agraria no es un problema sectorial
sino un problema nacional.
Es
un problema nacional porque la reforma agraria para la FNC implica la
destrucción del latifundio, distribución de tierra a los
campesinos, fortalecimiento de la producción primaria ligada a la
industria nacional, y ello significa absorber la mano de obra
desocupada, principalmente de los jóvenes existentes en nuestro
país. Así, en 1998 se impulsó y desarrolló un debate más amplio
con diferentes sectores de la sociedad, para elaborar un Programa
de Desarrollo Nacional, que
se sintetizó en una Propuesta
de Reactivación Productiva Agrícola e Industrial.
PRODUCCIÓN
NACIONAL Y SOBERANÍA
La
soja es un grano de exportación que prácticamente no se consume en
nuestro país ni se industrializa, llevándose al extranjero sin
ningún valor agregado. Genera ganancias extraordinarias para los
sojeros principalmente por la variedad cultivada: la soja RR
(trangénica o manipulada genéticamente) que es generalmente
cultivada a través del sistema de siembra directa y que asociada a
la utilización del herbicida glifosato permite un ahorro del costo
de producción de entre el 20 al 30% con respecto a la labranza
tradicional, ya que evita las aradas, disqueadas, rastreadas y otras
labores mecanizadas, así como el control de las malezas por medio
del herbicida que mata todas las plantas menos la soja. Asimismo,
debido a que su producción es altamente mecanizada, prácticamente
no emplea mano de obra, siendo muy concentrador del ingreso ya que en
nuestro país los importadores de insumos de la soja evaden los
impuestos y su exportación tampoco es gravada.
Los
principales productores de soja en nuestro país son brasileños y
los principales beneficiados son el sector financiero y los tenedores
latifundistas de la tierra. Al emplear maquinarias muy costosas:
maquinaria de siembra directa, fumigación aérea o terrestre, corte
y trilla, etc. (un equipo de máquina de siembra directa con su
tractor correspondiente cuesta alrededor de 100 mil dólares) se
necesita un capital inicial importante proveído por el sistema
financiero privado con jugosas tasas de interés.
En
principio no estamos contra del cultivo de la soja, ni contra la
mecanización, ni contra el avance de las ciencias. Lo que
cuestionamos es este modelo de producción totalmente dependiente del
mercado externo que no se controla, en un mundo donde los países
imperialistas vía grandes subsidios manejan a su antojo los precios,
volúmenes de compra y las ventas de los productos.
De
un tiempo a esta parte se ha expandido el uso de semillas
transgénicas en nuestro país, en respuesta a los intereses de las
empresas transnacionales que buscan sus beneficios económicos sin
tomar en cuenta el ambiente, la nutrición y la salud. La soja
transgénica es la más conocida cuya producción ha llegado ya a más
de tres millones de hectáreas, para ello se vierten millones de
litros de glifosato en el ambiente.
Es
un modelo económico productivo que
profundiza
la desigualdad
entre ricos y pobres, donde los más ricos acaparan gran parte de la
riqueza producida y la gran mayoría de la población le alcanza
apenas una tajada (1,1%). Los ricos ganan en promedio 38 veces más
que los pobres.
Es
un modelo productivo que concentra la tenencia de la tierra: los
grandes propietarios acaparan más del 85% de las tierras, mientras
que los pequeños productores solo tienen el 2% de las tierras. Desde
que se desarrolló el modelo de la “sojización” hay
cada vez más pobres.
Somos más pobres que hace 15 años, si comparamos el porcentaje de
pobres y personas que pasaban hambre en 1995, en el 2010 es mucho
más.
Produce
una acelerada
migración
del campo a la ciudad y fuera del país, desapareciendo los
asentamientos y los pueblos en las zonas de monocultivo. Como tampoco
hay trabajo en la ciudad, la gente se empobrece aún más y vive en
los cinturones de miseria. Se
produce una gran contaminación
del suelo y de las aguas.
En el Paraguay se bebe en altos porcentajes agua envenenada por
Endosulfan, Aldrin, DDT y Lindano, todos pesticidas utilizados por el
monocultivo, y los organismos de la salud y el Estado no hacen nada
al respecto.
Hay
una importante disminución
del área de cultivo y de la diversidad de los cultivos de alimentos.
Solo entre el 2008 y el 2010, se cuadruplicó la importación de
cereales, cítricos, hortalizas y legumbres. Hay
mucha discusión en el mundo sobre los
riesgos que provocan los transgénicos a la salud.
La sojización ha traído enfermedades
de todo tipo, especialmente malformaciones y abortos, y el aumento de
enfermedades de la piel y cancerígenas, que han aumentado en un 30%,
según observaciones en los principales hospitales del país.
EL
VOTO PROTESTA CONTRA LAS MENTIRAS ELECTORALES
La
FNC considera que la participación directa y organizada a través
del debate, la organización, la lucha y la conquista constituyen
bases fundamentales para ir elevando la conciencia política del
campesinado y del conjunto del pueblo.
De esta manera se concretiza la participación política del pueblo,
en donde como sujeto conoce las causas de su realidad y se posiciona
para transformar y avanzar hacia un modelo de Estado diferente.
La
experiencia ha demostrado que se han dado importantes luchas y
conquistas sin que tengan precisamente un candidato que las dirija:
la interrupción de los intentos privatistas, la condonación de la
deuda a los pequeños y medianos productores, la derrota del fascismo
en el marzo paraguayo, la conquista de la tarifa social, igualmente
del Decreto 10.540 que promueve la gratuidad de la salud, la
ocupación de latifundios y la creación de posteriores
asentamientos, entre otros.
Los
gobiernos de turno han intentado hacer creer que el hecho de
depositar nuestros votos cada cinco años es la única forma que el
pueblo puede participar.
Sin embargo, latifundistas,
empresarios y politiqueros de todos los colores se han valido de esto
para bastardizar la participación del pueblo y realizar promesas de
toda laya en coyunturas electorales, para que luego de terminadas las
elecciones los opresores de siempre se mantengan en el poder y los
pobres sigan en la misma o en muchos casos en peores condiciones.
Es
claro para nosotros que las elecciones abren coyunturas políticas,
pero quieren hacernos creer que la única forma de aprovechar esta
coyuntura es depositando votos. Y la FNC cree que existen otras
formas de participación política en estas coyunturas, más aun
sabiendo que los partidos en pugna, los candidatos “ofrecidos” no
son garantía para los intereses del pueblo. Porque la FNC concibe
que el voto es una táctica política, que podría ser usada o no de
acuerdo a los intereses y objetivos de nuestro pueblo.
Por
ello, la FNC se posiciona ante las próximas elecciones generales y
lanza al campesinado y al pueblo su planteo del VOTO PROTESTA para
llegar organizadamente el 21 de abril y anular el voto, protestando
por la falta de reforma agraria, contra el latifundio, la sojizacion
y los transgénicos, por un programa de desarrollo nacional, por
empleo, salud, educación y contra las mentiras electorales.
Fuente:
FNC